Teresa Weber, nació el 7 de Julio de 1822, en Glotterthal, Alemania. Fue bautizada con el nombre de Magdalena, como su madre, quien le dio una sólida formación religiosa.
Al visitar en Steinerberg (Suiza) la Parroquia de Santa Ana, el Padre Leonard Loser y su asistente el P. Meinrad Holdner, se vieron impresionados por el fuerte deseo de este grupo de jóvenes de Baden que querían dedicar toda su vida a Dios en adoración y expiación honrando la Sangre de Cristo. El 8 de Septiembre de 1845, doce jóvenes mujeres llegaron a Steinerberg para fundar la Congregación.
El 27 de Septiembre, Magdalena Weber y varias jóvenes llegaron a este pueblo. A los catorce días fue elegida superiora con el nombre de Madre Teresa.
La espiritualidad del siglo XIX se basaba fuertemente en el concepto de ganar méritos. Antes de Dios en su vida, ella estaba vacía, su Amado la llenó de sí mismo. Aconsejaba a sus hermanas: “Sus corazones deben estar vacíos cuando ustedes vayan a recibir la Sagrada Comunión para que Jesús pueda derramar riquezas en ellos y para que ustedes puedan poner de manifiesto el fruto de la vida eterna”.
La Madre Teresa sabía tratar a cada persona con paciencia y consideración. Consolaba a los enfermos y a los moribundos. De una profunda vida espiritual, la Madre Teresa siempre se mostraba compasiva y generosa con todos los pobres. Impulsaba a la comunidad a compartir con los pobres todo lo que tuvieran, sea mucho o poco. La frase que la caracteriza es: “Cada persona es preciosa, tan preciosa como la Sangre de Cristo”.
En los primeros años de fundación muchas hermanas fallecieron. Pero como en esa época se desconocía la causa, el padre Rolfus fue acusado de las muertes y la comunidad fue puesta bajo investigaciones y acusaciones permanentes.
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